Voy a intentar resumirlo de la mejor manera posible, desde bien pequeña recuerdo que siempre me rodearon fenómenos de difícil explicación física.

Al principio, cuando eres pequeña crees que todo el mundo, ve y siente igual pero a medida que pasa el tiempo y creces te das cuenta de que eres diferente y que los demás no comparten tus vivencias ni pensamientos, cosa que te deja perpleja y desconcertada. Buscas refugio en tus familiares mas cercanos, pero explicar algo que los demás no ven, ni sienten y esperar que te asesoren y/o ayuden, no es nada fácil. Primero porque aunque quieran ayudarte no saben como hacerlo y segundo si buscan ayuda externa suele ser a especialistas como psicólogos, que buscan explicación en tu mente consciente o subconsciente pero siempre atendiendo a experiencias tangibles, cosa que no soluciona este tipo de experiencias paranormales. Todo lo sobrelleve bien hasta la adolescencia, época en la que me resultó bastante difícil llevar con normalidad todo eso que me hacia diferente.

Parecía haber algo que quería llamar mi atención fuera del mundo tangible pero yo por miedo a lo desconocido o a ser diferente al resto intentaba por todos mis medios ignorarlo, bloquearlo, taparlo, omitirlo, y un largo etcétera, que en cierto modo conseguí, no del todo, pero suficiente como para llevarlo de una manera más cómoda.

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Hasta que fui mamá por primera vez, cuando tuvieron poco más de un año nos pasó algo que marcó un antes y un después en nuestras vidas.
No voy a entrar en detalles pero ese momento me hizo darme cuenta de que debía tomar el control y destapar todo aquello que yo había estado tapando, debía conocerme y profundizar en ese mundo para buscar explicaciones e indicaciones, además también busqué personas como yo, que me ayudaron a contrastar información. 

Me hice más fuerte, entendí muchas cosas, aprendí muchas otras y a día de hoy sigo aprendiendo día a día.

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He estudiado muchas cosas que no tienen nada que ver con este mundo energético, yo suponía que para intentar encajar en nuestro mundo y a la vez hacer algo que me gustara, pero la verdad que ese no era el propósito real. En mi caso, la profesión que finalmente elegí, tenía que ver con el arte y el diseño (era técnica manicurista) y durante más de 16 años atendí a muchísimos clientes como manicurista de cara a la galería  y muchos pacientes como terapeuta de puertas para adentro. ¿Y sabéis que? Con el tiempo me di cuenta que nunca deje de ser terapeuta en ninguno de los momentos de mi vida. El propósito de ser técnica manicurista era mucho más profundo de lo que yo hubiera imaginado. El universo maquillo mi puerta de terapeuta y la mostró como manicurista a aquellos que no estaban preparados para ponerse en manos de un terapeuta energético abiertamente y realmente lo necesitaban.

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Y llegó el momento en el cual fui llamada a mostrarme al mundo abiertamente como terapeuta, canalizadora, coach emocional (o tantos apodos como queráis ponerme) y a cerrar el capítulo de manicurista que con tantas experiencias y personas me ha obsequiado. 
Hoy estoy aquí ofreciendo mis servicios como terapeuta tanto a jóvenes como a adultos, con la misión de transmutar y reprogramar de forma fácil las emociones y creencias limitantes y por supuesto a orientar en el camino de la vida a tod@s aquellos que lo necesiten.